martes, 4 de octubre de 2011

"THE MAU-MAU's STORY"

THE MAUS-MAUS STORY

Jorge Rossi Rebufello, apenas lo uso, porque no lo conoce nadie. Estaba el nombre pero no existía el personaje. Creo que quién le insufló el suplo divino fue un compañero del 4º A, Soca (con quién me encontré en el exilio en Río de Janeiro y ahora aquí, apenas regresé en febrero del 2005).
Soca era psicólogo y cuando aparecía en la foto que dejaba la ventanilla de la celda, estaba –para mi gusto- excesivamente serio, amargado diría; como si no se sintiese cómodo estando preso y yo pensaba: “¿Pero éste que se creía, que iba a terminar de delegado cultural en la embajada uruguaya en París?”. Entonces inventé a Rabito.
Rabito era mi Perro, que me lo construyó el querido Marcelino García que fue uno de los sesenta y pico que dejaron su vida en el penal.
En la parte del cielo, por donde andes, ahora con una autonomía indefinida, te mando desde aquí un abrazo solidario: dentro de poco, vamos a andar volando, en formación, juntos. Ex-piloto de tropa de la FAU –excelente piloto- Marcelino era un tipo porfiado, insistente: tuvo cinco hijos: todas mujeres.
Fue piloto  del Bebe y una vez lo trajo del norte con cinco revólveres “Rossi” de siete tiros calibre veintidós. Fue el día que el Bebe se les escapó a los milicos de Melilla y quedaron recalientes. Marcelino me decía: “¿Te das cuenta Mau, con que se empezaba una revolución en este país?”. Así que –como decía- el perro, el otro perro, ladrón de símbolos históricos y torturador de molagueros, llegó a sub-secretario de la presidencia de la república.
¡Tomá pa tu tía Eulalia!
El Perro, que tenía en el penal para acompañarme, me lo construyó Marcelino con un envase de plástico gris de “ventolin”. Montado sobre rueditas, para un desplazamiento más cómodo, sacaba la lengua y meneaba la cola. ¡Ah! Sí: y hacía pichí. Bueno, Rabito se durmió, así que mientras duerme les voy a contar otra historia de Marcelino.
El Negro Rivero –otro piloto ya muerto también- (¡carajo! Ahora sí que las balas están picando cerca…!); se fue a vivir a la celda de Marcelino. Una noche, era verano y hacía calor, después que apagaron las luces decidieron bañarse y tal vez algún milico que andaba por la planchada  vio salir agua por debajo de la puerta, encendió la luz y los vio desnuditos. Para que, m’hijo… ardió Troya.
Tal vez con nostalgia de sus generalizadas praxis los milicos los mandaron a la isla acusados de prácticas homosexuales.  En la próxima visita vino la compañera del Negro y los milicos no iban a perder la oportunidad de intentar humillar a un familiar (es sabio que los virus marxi-castro-comunistas se propagan por vía oral y sexual), entonces van y le dicen: “Ud. no tiene visita porque su marido está sancionado por homosexual”. Ella va y le dice: “¡No me diga! ¡Que buena noticia me da! ¿Así que mi marido se hizo puto? ¡Que suerte porque ya me tenía podrida cagándome a cuernos!”.
Cuando salí del penal, en noviembre del ochenta y tres, la fui a visitar. ¿Andará encima de este planeta todavía? Una Pinga.
Volvamos a Rabito. Como dije: también hacía pichí. Tenía un depósito para llevar un poco de té clarito. Al apretarlo Rabito orinaba. Como una nuestra más de esa patética búsqueda del poder que tiene este reciente bípedo implume del Homo Sapiens - Sapiens,  Faber, Ludens y Económicus.
A poco de llegar descubrí que dentro del penal existían jerarquías, sub-comandantes que pretendían seguir ejerciendo el cargo, etc.
El verticalismo democrático que le dicen. Como yo ya era anarquista y no sabía y venía de la experiencia jodida que me había contado mi propio comandante, los degradé a todos. Ahí se produjo un vacío de poder que yo –ni corto ni perezoso- aproveché para dar un golpe de estado y me apoderé del carro de las herramientas. Rabito salía conmigo a repartirlas celda por celda, remolcando por un invisible hilo negro. Atrás o junto a él venía un milico con ese palo “de abollar ideologías” al decir de Mafalda (que  por otra parte – dentro del penal- estaba prohibida por el superior gobierno). “-¡Vamos, Rabito, apúrate que todavía nos faltan diez celdas y ya viene el café!” me oía decir el milico asombrado al perro. Cuando abría la ventanilla de una celda ponía a Rabito encina y Rabito carente de la educación humana, orinaba provocando mi irritación: “Pero Rabito ¿cómo le vas a mear la ventanilla al compañero? ¡Que falta de educación…!
A esa altura el milico, sin ser un Britos o un Alonso, ya estaba totalmente convencido de mi total e irreversible desequilibrio mental.
En mayo del sesenta y uno, me fui a Europa y me quedé dos años y medio allá. Cuando volví a fines del sesenta y tres, comenzó mi actividad conspirativa, a favor de los blancos y como mercenario.
Sucedió que a bordo del “Villa del Soriano” que me trajo de Santa Cruz de Tenerife a Montevideo venía como Comisario un tal Jorge Saravia (no, no es éste que anda con el poncho al revés) que también era medio nieto de Aparicio.
Hace pocos meses atrás estuve reunido con el Senador y nos reímos recordando historias de nuestro homónimo. El tocayo resultó un tipo alegre y vital, nos hicimos amigos e intercambiamos direcciones y teléfonos.
Yo me casé y me olvidé del tocayo.
Un día suena el teléfono en casa y era Jorge que me convida para ir a una reunión en un apartamento. Voy con mi compañera, me pone al tanto del golpe que estaban orquestando los blancos y me plantea que prepare un plan para darles a los milicos de la FAU.
Días después le hago llegar detalles y mi precio. El plancito era simple y barato: 3 Cessna 210 de tren retráctil, artillados con cohetes, que salen de cualquier campito.  El ataque al amanecer del 1º de enero. (Los milicos todos mamados). Mis honorarios 25.000 dólares. No tuve más noticias. Hasta ahora no se si encontraron un presupuesto más barato.
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No lo he verificado con los otros compañeros, para saber si cosa similar les ocurrió; pero para mí, la experiencia más marcante de mi vida, fueron los diez años de prisión política; los años que les antecedieron y los posteriores, hasta ahora.
Un periodo prolongado, duro, difícil, amargo, de soledad y pobreza; de persecuciones, injusticias y traiciones. ¡Pero que fértil y formativo!
No alcanzo a imaginar como sería yo de diferente si no hubiese transitado ese camino que en parte determiné y la vida me obligó a transitar. (Continúa en el próximo número).Pag.20
No fue un aspecto parcial de mi vida sino –por lo contrario- fue global, total. Se constituyó con toada mi esencia, mi individualidad, mi formación, mis ideales, mis principios de vida. Lo medular y esencial de mí.
Dijo Emerson que: “Para ser un hombre había que ser un disidente”. Un crítico, un cuestionador, como una característica imprescindible para buscar la evolución y la superación.
Siendo niño aún ya era analítico y buscaba las causas de los fenómenos. Así, de a poco, fui entendiendo como funcionaba el mundo, viendo las injusticias innecesarias y dolorosas y al mismo tiempo, imaginando como se podría mejorar. (Hasta aquí?)
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FOJA MILITAR DEL GUERRILLERO/TERRORISTA  MAU – MAU
En la ficha 341/86 Arch.57/90 Art.60  C.P.O caratulado: “Atentado a la Constitución, seguido de actos preparatorios, tenencia de explosivos y contrabando”; por el cuál el ex-ciudadano Jorge Rossi Rebufello fue penado con  10 años de prisión y se le incautó un avión Cessna 182, 2 transmisores “Halliscrafters”, 2 Walkie-Takies y 20 paquetitos de Té “Horniman’s; existe una pequeña exageración. Juzguen Uds.
         El día siguiente a las elecciones del setenta y uno fui reclutado en Rocha para el MLN…
         Comencé bien porque se me dio el grado de “distinguido” que es el grado intermedio entre soldado raso y cabo y que te autoriza a llevar un “fideo” en la manga. Ya había sido reclutado el Coco Perdomo. Se me ordenó reclutar 2 más. Fueron Carlitos Martínez y Estela Pereira. Se me ordenó viajar a Maldonado donde iba a tener un contacto con el que después supe era el querido y admirado mayor Rolando de la FAU, que no concurrió. Se me entregaron unos pelpas (que para mi no comprometían la “seguridad nacional…”), para su divulgación y se me encargó relevar los puentes que unían Rocha con Brasil porque los milicos brasileros estaban acantonados cerca de la frontera si ganaba el FA.
         Una vez conversé con Carlitos y otra con el Coco. La primera vez que el “grupo” se reunió fue cuando el BI12 nos metió a cada uno en un calabozo que quedaban pared por medio. Eso fue todo. En eso, consistió el “Atentado a la Constitución y los actos preparatorios”.
         “La tenencia de explosivos” fue porque en aquella época yo le traía bagayo desde Bs.As. a un contrabandista de San José y –después de haberlas traído- me enteré que me había metido en el avión cajas de balas 22, sin decirme nada: “Tenencia de explosivos y contrabando” entonces.
         El Cessna, los Halliscrafters y los Walkie-Talkie es otra cosa: El avión vale ahora U$S 228.000 ¿Se explica?
         Los paquetitos de té fueron incautados tal vez por ser de origen chino, no sé, digo yo. Una novia que tenía me había mandado un paquete con 25 sobrecitos de té.
Allá por mayo del setenta y cuatro cuando van a llevar a Estela a Treinta y Tres y a nosotros tres a Melo, un día aparece un Sto. con un papelito para que lo firmara –sí o sí- (de lo contrario de lo harían firmar en la “máquina”), que más o menos decía así: “Declaro haber sido bien tratado, haber recibido todas mis pertenencias en orden y no tener nada que reclamar”. Entonces me entregó la caja con 5 (cinco) sobrecitos de té.
Yo le conté aquella historia a Galileo Galilei y le dije: “E piú se movue” Kafriano ¿no? Ahí me fui para Melo con mis 5 sobrecitos de té y encerré mi trayectoria militar como guerrillero y terrorista.
Pero como “los ñoquis” ya los habíamos pagado adelantados hace unos diez años atrás nos reunimos (voluntariamente) por primera vez los cuatro, en una chacrita que tenía Carlitos en Rocha para hacer un asado y tomarnos unos vinos.
Queda claro entonces que esta actividad subversiva ya esta paga así que espero que no la contabilice la próxima dictadura.
Si cada pichi hiciese una declaración jurada como la que acabo de hacer, donde todo es estrictamente cierto y con testigos vivos, tendremos que concordar que fueron cientos de casos similares que demuestran que con media centena de otarios los milicos se fabricaron un ejercito enemigo que les permitió manguiar a los gringos y mamar del estado… ¿hasta ahora? ¡O suma y sigue…?
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MI PRIMERA “CAIDA” POR EL  MLN  FUE EN EL 69
         Habían capturado a Daniel Muzio Lladó, un entrañable amigo de Rocha, de toda la vida.
         Le incautaron una carta mía donde decía: “Te deseo el mejor de los éxitos en la difícil empresa que has emprendido”. Se imaginan que salir corriendo los milicos a buscarme fue solo una. Por entonces la represión estaba en la 9ª de 18 y Paullier y el Comisario era Lucas.
         Una mañana, a media mañana iba yo llegando a mi casa con el querido gordo “Pulpita” –ya muerto- y a través de un sauce llorón, que había al frente, veo un botón con una Thompson 45…
“- Seguí Raúl, seguí!”
“-¿Por qué? – me dice- y apagó la motoneta.
         Los botones se avivaron y la quedamos. Para mejor yo tenía un montón de “fierros”. Un .32, una Webley 7.65, una Parabellum, una Astra 6.35, un BRNO .22 con mira telescópica… Para la 9ª, plantón, etc. Anda vos a convencer a los milicos que la frase de mi carta se refería a que Daniel se había casado
         Me llevó 24 horas. Al final me largaron y me devolvieron los fierros. Dos días después le pegan un tiro de .22 en el pescuezo a Lucas. ¡Ay mamita! Ahora me vienen a buscar de nuevo –pensé- van a creer que fui yo con mi rifle de mira telescópica, pero no pasó nada.
         Pocos días después, iba yo para mi casa por Ramón Anador y al llegar a Larrañaga, una pinza, eran como las dos de la madrugada y yo venía manejando casi dormido.
         Un oficialito prepotente (ya sé; es una redundancia…) le dice a un milico: “A ver, revísenle la camioneta a éste”. Ahí me terminé de calentar. Ya había sido bastante que se interpusieran entre mi sueño y mi cama que estaba a menos de un kilómetro. Tranqué las puertas y le dije al oficialito, basado en profundas convicciones pequeño-burguesas:
“- Espere un poco oficial, ésta es una propiedad privada, por lo menos pida permiso”.
¡Pa que le pegaste a la perra…! Metió una bala en la recamara de la matraca que tenía en la mano y gritó: “¿Llévenlo para la 9ª!” Ahí salí yo con un milico al lado y crucé el Parque de los Aliados. Yo tenía una Astra 6.35 en el bolsillo de atrás del vaquero. Con la mano izquierda disimuladamente la saqué y pensé en voltear al milico, abrir la puerta y tirarlo en el parque que estaba desierto. Pero ahí se me pudrió el mate y pensé ¿y porque este milico que no tiene nada que ver? ¿Y el oficial? Si llegaba a la 9ª con la pistola se iban a poner como arañas si la encontraban, así que la puse debajo de un almohadoncito sobre el que estaba sentado con la esperanza de que no la encontrasen.
Revisaron la camioneta pero no levantaron el almohadoncito. Incompetentes.
Poco después me largaron, lejos estaba de pensar que esa noche iba a realizar mi primera (y última) acción armada de toda mi vida de guerrillero terrorista, en la categoría “máscaras sueltas”, porque ni del MLN era.
Me fui a casa por otro camino, cargué el rifle con mira telescópica, la “Luger” y las balas que tenía y me fui por la paralela a Ramón Anador a una cuadra. A la camioneta le faltaba el vidrio trasero. Ideal para tirar y rajar. Yo tiraba bien. Pensaba bajarlos como a patitos, pero cuando llegué a la esquina ya no estaban, se habían ido. Mala y buena suerte. Algunos de ellos estarían muertos y yo también.
Yo calculo que cuando pintó el MLN en la historia uruguaya muchos compañeros salieron a anotarse. Yo fui de los que salí golpeando puertas, preguntando: “Para anotarse en el MNL ¿es aquí?”.
Ya habían caído los Dubra. Entonces rastreé al padre que vivía en un coqueto chalecito en el Puerto del Buceo y me le aparecí una noche. Me escuchó amablemente y le dejé mi tarjeta. Después viajé a Chile (había ganado Allende) y me estuvieron llamando a casa sin identificarse. Calculo que serían los Cros.  que al no encontrarme, abandonaron.   
Pasó más de un año hasta que finalmente en el comité de base del FA en Rocha, Patrocinio Paez Peña se des-compartimenta conmigo y me recluta. A Patrocinio lo conocía de toda la vida.


P.29 Viendo los hechos de la historia contemporánea que uno presenció y nadie te contó, se entra a desconfiar de H.D…. Fueron 5.500 millones de dólares en 12 años para sostener un ridículo y efímero fascismo criollo con truculentos e innecesarios asesinatos como el del Toba y Zelmar. Movilizaron 70.000 milicos para andar correteando medio millar de gurisas y estudiantes, para que 20 años después el Pepe sea Ministro, El Ñato y Alberto Breccia Senadores, el J.J. y Homerito Diputados, “El Bicho” Ministro de Trabajo, La Bruja Srio. de Obras Públicas? Todos ellos Ex – Pichis? Perdones, me fui del tema; apenas quería contar mi historia, que sé simple, sencilla, intrascendente; como una forma de acercarme a los compañeros, comunicarme; porque es la única plataforma afectiva que me restó tal vez magnificada por necesidad, iluminada por destellos de idealismos fantasiosos; pero innegablemente fundida con el periodo más rico y vibrante de mi juventud. Donde aleteaban sueños e ilusiones imprescindibles para el color y el perfume de la vida.
A los 67 años cada uno conoce su exacta magnitud, entonces yo no cuento, no es por mí; pero me duele por el grupo, como este pueblo ignora, segrega, rechaza, éste puñadito de lindos uruguayos que se jugaron, que sufrieron, que se entregaron; sensibles, lúcidos, generosos, humanos y que no obtuvieron otra recompensa de la vida que haberse ofrecido como personas –sin corromperse ni venderse, ni abdicar, sin transar ni negociar-  al recordar el largo amargo, solitario camino del sufrimiento, hasta hoy. Bueno, disculpen. Se ve que hoy no estoy para contar historias.
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“Lo difícil lo hacemos en el acto, lo imposible tardamos un poco mas”, decía en la pared que daba a la calle de la zapatería “Prontitus” de un compañero de Minas. Le dije: “los milicos me vienen pisando los talones, pero no vengo a pedirte para quedarme en tu casa porque aquí en Minas están torturando a todo el mundo”, y “van a torturar a tu mujer y a tus hijos”. “Déjate de joder, vamos a comprar unos chorizos y un poco de vino y a mirar los comunicados de las fuerzas conjuntas, para ver si apareces requerido”.
Ese mismo día conseguí firmar un compromiso de compra-venta de un campito que tenía en Marmarajá y que perdí, claro. Me dieron un cheque por $ 565.000 que dejé con el zapatero. Al otro día rascó la registradora de “Prontitus” y arranqué con $ 100.000 y lo puesto para Brasil.
Ya sabía que había un ómnibus que de Treinta y Tres iba al Chuy por 18 de Julio, un paso de frontera poco vigilado. Llegué al Chuy me compré bombachas, botas de goma, una golilla, una maleta de colgar en el hombro y un sombrero aludo negro. La barba crecida me terminó de convertir en Peón Rural. De tardecita tomé un taxi y me hice llevar hacia 18 de julio donde la frontera es un alambrado.
Me quedé en un monte de eucaliptos del lado uruguayo mientras esperaba que terminara de oscurecer.
Ustedes saben que la Ley de Murphy se cumple siempre. Cuando me disponía a cruzar para entrar en Brasil siento venir un coche con el motor fallando que para exactamente frente a mi, que estaba acostado atrás de una taipa de un arrozal abandonado.
Era un jeep lleno de milicos –todos entendidos en mecánica- pues había tantas opiniones sobre la falla como ocupantes del jeep.
No me gusta mucho tener que alterar los planes, así que a pesar de las 120 pulsaciones, decidí seguir adelante.
Encandilados con las lucen encendidas no me verían si pasaba por atrás sin hacer ruido. Pasé el primer alambrado, crucé el carretero y luego el otro y entré en el Brasil.
Me proponía cortar campo para salir después de la aduana brasilera. Caminé toda la noche, tirándome en la cuneta cada vez que venía un vehículo. Al amanecer estaba llegando a Sta. Victoria do Palmar. Después Pelotas, P. Alegre, Torres donde esperé una semana que me trajeran el resto de los $ 565.000. Después Salvador, Recife y Natal donde estuve 16 meses hasta el 30 de noviembre del 73, en que me permitieron participar del Plan “Cóndor”.
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Desde la año 69, es decir: hace 37 años, mi vida está ligada al MLN cosa en la que el MLN no tiene nada que ver. Fui yo que quise participar. Mira vos si me iba a perder la única guerrilla contemporánea que estaba al alcance de la mano… No estoy jodiendo.
Mis motivaciones fueron profundas, legítimas (y disculpen la inmodestia), yo considero valiosas.
Fue una guerrilla a la uruguaya: a veces ridícula, truculenta, vergonzosa y heroica. Mi visión parcial y personal recogida de lo que vi y viví.
Debemos aprender la lección de la historia para no caer en los mismos errores. Porque la historia continúa; el conflicto generado por el sistema, la estúpida ambición humana y la existencia de las clases sociales –mientras sigan existiendo- serán un factor permanente de inestabilidad.
El MLN se autodestruyó por los errores cometidos en consecuencias de las características adquiridas de la ideología e idiosincrasia pequeño burguesa, ya que era ésta la clase mayoritaria que lo constituyó. Esto no empaña la gesta grandiosa y admirable que desarrolló a partir de su pequeñez y modestia.
Lo formidable fue el caldo de cultivo propicio –del punto de vista histórico- que fomentó su desarrollo…
Ya van más de media centena de movimientos guerrilleros fracasados en A.L. ¿Por qué? Porque los obstáculos que tienes que superar son enormes. No me refiero a la infraestructura en sí, al funcionamiento, recursos, etc. sino a las barreras internas de sus integrantes, a la confianza, la fe, el fervor, la entrega de cada uno de sus militantes, que debe estar dispuesto a aportar todo a cambio de nada, de u sueño, apenas.
En el caso particular del MLN la gesta fue magnifica, sus integrantes aportaron más de lo que era dable esperar. Es claro que el sol tiene manchas –como dijo Martí- pero la luz que da es más importante que las mancas que tiene. Mucho más importante que ensañarse con un compañero que se quebró, que se dio vuelta, que colaboró o traicionó abiertamente, el bucear en las causas profundas, en las leyes generales.
Debe haberlos, pero yo no he leído trabajos sobre el tema. Los considero muy necesarios para legarlos a las próximas generaciones.
“La cárcel te convierte en acero o manteca” dijo el querido finado Tony Palomeque y es verdad.
Ese puñadito de héroes (fabricados por los milicos) que andan por ahí desperdiciados, pobres, ignorados, despreciados o resistidos a veces, son, en su inmensa mayoría, de acero. De acero en lo ideológico, convencido de que esa parapente filada valió la pena; visionario del futuro; portadores de una experiencia valiosísima deben legarla para que las futuras generaciones no caigan en errores similares; para ahorrar los sufrimientos duros, decepciones, desengaños.
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19/05/06 – El MNL -como es sabido- lo implode desde adentro ese personaje patológico de amodio que ni siquiera debería haber ingresado cuanto más estar en la dirección. 
La caída en sí no importa, lo grave fue la avalancha moral que provocó, la pérdida de la mística, de la confianza, la sensación de derrota y fracaso. El MLN estaba constituido en su mayor parte por la pequeña burguesía montevideana.
Bastante inestable es el equilibrio ideológico como para que ese pequeño porcentaje de ideología progresista soporte incólume el mazazo de que los milicos te demuestren que te cantó tu comandante. Está bien estar a favor de la revolución siempre que eso no me prive de mi Ballantine’s etiqueta azul. (En el penal nos hacíamos mandar “Half and Half” para nuestras pipas de intelectuales izquierdistas).
Llegué al penal a mediados del 74. Es claro que traía toda la mística intacta, mis ideales y convicciones auto elaboradas y la esperanza y el orgullo de pertenecer a una elite ética y moral. Pero la realidad raramente coincide con nuestras aspiraciones –lo cual es bueno- porque esa diferencia de potencial determina a la superación.
El hombre siempre camina hacia los sueños. Los que se venden, transan, aceptan y se domestican, no son para ser tenidos en cuenta. Son insignificantes y transitorios y la historia no los registra.
Acusar es más fácil que comprender (y más cómodo y gratificante, también). Por eso he tratado de comprender las causas profundas que generan la desconfianza y el subjetivismo que minaron el grupo y lo larvaron hasta destruirlo. ¿Por qué ocurrió esto?
En la década del 60 las nuevas generaciones no tenían presente la barbarie colorada, ahora –gracias a Dios- históricamente desaparecida.
La “máquina” –made in usa- era difícil, casi imposible de bancar. Como la pirámide se derrumbó desde el único lugar donde teóricamente no podría caerse, fue una avalancha “in dressendo”, imparable. Además las convicciones revolucionarias estaban prendidas con alfileres en los jóvenes pequeños burgueses que pasaron de nuestras cómodas casitas y Aptos. De clase media a los incómodos calabozos, vagones y colchonetas en el suelo.
La derrota fue moral, cosa muy comprensible, prueba de eso fue que a la salida, la mayoría se fue para la casa.
Paralelamente el modelo capitalista lograba su máximo desarrollo con la mano de obra barata en Asia.
El derrumbe del imperio soviético fue hábilmente aprovechado para confundir, mostrándolo como “un fracaso” del socialismo.
A 6 meses de llegar al penal recibí el mazazo más fuerte que me aplicó la vida: mis compañeros me otorgaron un cartel de dortíva y para explicar sus orígenes transcribo la carta que le envié al Cro. Heberton Camplelia Paz Nº695.
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Víctor Hugo Pérez dijo: “La cárcel es el único lugar donde no lavar una olla se convierte en un crimen”.
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