Adelanto
exclusivo del último libro del fundador de Wikileaks; Julian Assange
“Lectura obligatoria para cualquiera que esté interesado
en la realidad de nuestras libertades”, escribió el filósofo esloveno Slavoj
Žižek para la contratapa de la edición inglesa de Criptopunks. La libertad y el
futuro de Internet. Un esfuerzo común de la chilena Lom Ediciones, la argentina
Marea Editorial y la uruguaya Trilce ha hecho posible la primera versión
castellana que estará en las librerías a partir del próximo lunes (la de
Planeta recién estará en junio). Por gentileza de Trilce, Brecha ofrece a sus
lectores el prefacio que Assange redactó para los lectores de nuestro
continente.
La lucha de Wikileaks es una gesta compleja. En mi
trabajo como periodista he luchado contra guerras y para que los grupos
poderosos rindieran cuentas ante el pueblo.
Mediante esta labor he llegado a comprender la
dinámica del orden internacional y la lógica del imperio. He visto a países
pequeños ser amedrentados y dominados por países más grandes, o plagados de
empresas extranjeras que los hacen tomar decisiones en detrimento propio. He
visto el amordazamiento del deseo popular, elecciones compradas y vendidas, y
las riquezas de países como Kenia robadas y rematadas entre plutócratas en
Londres y Nueva York.
Estas experiencias me han formado como criptopunk
[véase recuadro]. Me han aportado una sensibilidad respecto de los temas que se
discuten en este libro, que es de especial interés para los lectores de América
Latina. El libro no los examina en su totalidad, eso es para otro libro –para
muchos otros libros–. Pero quisiera detenerme en estos temas y pedirles a los
lectores que los tengan en mente durante la lectura del presente texto.
En los últimos años se ha visto el debilitamiento
de las viejas hegemonías. Las poblaciones desde el Magreb hasta el Golfo
Pérsico se han levantado ante tiranías para conseguir la libertad y la
autodeterminación. Movimientos populares en Pakistán y Malasia prometen
constituir un nuevo foco de fuerza en el escenario mundial. Mientras que
América Latina ha comenzado a transitar un período muy esperado de soberanía e
independencia tras siglos de dominio imperial. Cuando el sol se pone sobre las
democracias occidentales, estos avances constituyen la esperanza de nuestro
mundo. Viví en carne propia la nueva independencia y vitalidad de América
Latina cuando Ecuador, la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra
América (Alba), la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur) e incluso la
Organización de los Estados Americanos (oea) salieron en defensa de mis
derechos luego de haber recibido asilo político.
La duradera lucha latinoamericana por la
autodeterminación es importante porque marca el camino para que el resto del
mundo avance hacia la libertad y la dignidad. Pero la independencia de América
Latina está aún en pañales. Los intentos desestabilizadores de Estados Unidos
todavía son moneda corriente en la región, como ocurrió, no hace mucho, en
Honduras, Haití, Ecuador y Venezuela.
Este es el motivo por el cual el mensaje criptopunk
es de especial importancia para el público de América Latina. El mundo debe ser
consciente del riesgo que la vigilancia significa para América Latina y para el
antiguo Tercer Mundo.* La vigilancia estatal no sólo es un problema para la
democracia o para la gobernabilidad, sino que es un problema geopolítico. El control
de toda una población por parte de poderes internacionales naturalmente amenaza
la soberanía. Las sucesivas intervenciones en los asuntos de las democracias
latinoamericanas nos han enseñado a ser realistas. Sabemos que los antiguos
poderes coloniales usarán cualquier ventaja para impedir la consagración de la
independencia de todo el continente.
Este libro debate sobre lo que ocurre cuando
corporaciones estadounidenses como Facebook disponen de una penetración casi
total en la población de un país entero, pero no se detiene en las cuestiones
geopolíticas de fondo.
Haciendo una simple consideración geográfica se nos
presenta un aspecto importante. Todo el mundo sabe que la geopolítica global
está determinada por los recursos petroleros. El flujo del crudo determina
quién domina, quién es invadido y quién es marginado de la comunidad global. El
control físico de sólo un segmento de un oleoducto ofrece un enorme poder
geopolítico. Los gobiernos en esta posición pueden obtener enormes concesiones.
Entonces ocurre que, de un golpe, el Kremlin puede
sentenciar a Europa del este y a Alemania a un invierno sin calefacción. Y la
sola posibilidad de que Teherán construya un oleoducto que llegue a India y a
China alcanza como pretexto para la lógica belicosa de Washington.
Con el control de los cables de fibra óptica, por
donde pasan los gigantescos flujos de datos que conectan a la civilización
mundial, ocurre lo mismo que con los oleoductos. Este es el nuevo juego:
controlar la comunicación de miles de millones de personas y organizaciones.
No es secreto que, en lo referente a Internet y las
comunicaciones telefónicas, todos los caminos desde y hacia América Latina
pasan por Estados Unidos. La infraestructura de Internet dirige gran parte del
tráfico desde y hacia América Latina a través de cables de fibra óptica que
físicamente atraviesan las fronteras de Estados Unidos. El gobierno de Estados
Unidos no ha mostrado muchos escrúpulos en transgredir su propia ley al
interceptar estas líneas para espiar a sus propios ciudadanos. Y no existen las
leyes que impidan espiar a ciudadanos extranjeros. Cada día, cientos de
millones de mensajes de toda América Latina son devorados por las agencias de
espionaje de Estados Unidos y almacenados para siempre en depósitos del tamaño
de ciudades. Los aspectos geográficos relativos a la infraestructura de
Internet por lo tanto tienen consecuencias para la independencia y soberanía de
América Latina.
El problema también trasciende la geografía. Muchos
gobiernos y ejércitos latinoamericanos resguardan sus secretos con hardware
criptográfico. Se trata de aparatos y programas que codifican y decodifican
mensajes. Los gobiernos adquieren estos equipos para mantener sus secretos a
salvo, a menudo con un alto costo para el pueblo, porque le temen, con razón, a
la interceptación estadounidense de sus comunicaciones. Pero las compañías que
venden estos costosos dispositivos gozan de lazos estrechos con la Comunidad de
Inteligencia de Estados Unidos [Intelligence Community].
Sus directores ejecutivos y funcionarios de alto
rango son matemáticos e ingenieros de la nsa [sigla de National Security
Agency, la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos],*** quienes
capitalizan las invenciones que crearon para el Estado vigilante. Estos
dispositivos están con frecuencia deliberadamente violados con un propósito: no
importa quién vaya a usarlos o cómo lo haga, las agencias estadounidenses
pueden desencriptar la señal y leer los mensajes.
Estos dispositivos son vendidos a América Latina y
a otros países como una forma de proteger sus secretos, pero en realidad son
una forma de robar esos secretos. Los gobiernos estarían más a salvo usando
software criptográfico abierto desarrollado por criptopunks, cuyo código es
abierto para que todo el mundo vea que no se trata de una herramienta de
espionaje, y que está disponible al precio de una conexión a Internet.
Mientras tanto, Estados Unidos está acelerando la
próxima gran carrera armamentista. Los descubrimientos de los virus Stuxnet, Duqu
y Frame anuncian una nueva era de programas altamente complejos con finalidad
destructiva concebidos por estados poderosos para atacar a estados más débiles.
Su uso en un primer golpe contra Irán está dirigido a socavar los esfuerzos
persas para conseguir la soberanía nacional, finalidad que va en contra de los
intereses estadounidenses e israelíes en la región.
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