29/10/05
ANDAMOS LEJOS DE LAS CASAS Y MEANDO FUERA DEL PINICO
Las matemáticas se utitilzan para todo. Hasta para el amor y la política. La correlación de fuerzas no es otra cosa que una ecuación. En las últimas elecciones uno de los términos tuvo una supremacía menor al 1%. Efímero porcentaje luego de decenios de lucha, saqueo al Estado, centenas de muertos/torturados/desaparecidos, miles de presos, miseria creciente, violencia en aumento, sucateo, venta y entrega del país.
Y uno se pregunta, ¿y todo eso por qué?.
No porque los pueblos tienen los gobiernos que se merecen; sino porque tienen los gobiernos que se les parecen.
¿Cómo fue posible que unas centenas apenas, de inmorales empleados públicos , de ideología fascista, que se apoderaron de todos los resortes del Estado durante 32 años violando todos los códigos: penales, éticos, morales, religiosos y humanos continúen impunemente en el poder? Hay un solo culpable y responsable: la mayoría del pueblo uruguayo que aceptó y permitió el asalto al país, que hizo de cuenta que creía las mentiras que se publicitaban. No todos – es claro -, pero sí la mayoría y las mentiras se siguen repitiendo impunemente y nadie se ocupa de desmentirlas. Los fenómenos políticos y económicos (que en definitiva son la misma cosa) ocurrieron – y siguen ocurriendo – por la cómplice omisión, o conveniencia, de la mayoría del pueblo uruguayo que asiste impasible, sin protestar, reclamar o denunciar aunque un análisis primario de los riesgos muestra que lo que está en juego son intereses personales, por insignificantes que sean.
En realidad no hay que indignarse y responsabilizar tanto al pueblo; es apenas víctima y no victimario; mas allá de los sinvergüenzas conscientes que actúan por conveniencia. Así hay que entender (no aceptar) que el derecho consuetudinario ha ido diluyendo los códigos éticos y morales sustituyéndolos por pragmatismo y utilitarismo.
Es fácilmente demostrable que existe un progresivo deterioro histórico; síntoma innegable del próximo caos final.
Hace 9 meses que regresé al país después de una ausencia de 22 años. Me fui 28 días después de 10 años de cárcel con 200 dólares y volví con 40. Me sorprendió el cambio que encontré en el país, el deterioro, el sucateo, la pérdida de valores, la aceptación del caos como inevitable. No se puede negar la evidente evolución, es claro, la crisis corroe la vital esperanza y la sustituye por la necrófila resignación. Volví en alas de la esperanza del cambio y es evidente que lo hay, a pesar de no ocurrir con la profundidad necesaria o esperada.
Hay que aislar e identificar las causas profundas, las condiciones que nos caracterizan. Un país es tanto la consecuencia de la suma de los individuos que lo integran, como de sus obras. Aparte de doloroso no es fácil ni gratuito ser autocrítico. Si se es condescendiente y permisivo en la propia evaluación es claro que se clausura el camino de la superación
Mau Mau
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